lunes, 3 de octubre de 2011

EL MAGISTERIO Y SU PARTICIPACION EN LA REVOLUCION MEXICANA

La Revolución Mexicana de 1910, impacta de alguna manera el proyecto educativo, así como a todos los sectores de la población de México, particularmente en lo que se refiere a la centralización de la enseñanza primaria y a los esfuerzos que pretendían homogeneizar al magisterio mediante la unificación de los planes de estudio en la enseñanza normal.
Durante ese tiempo algunas escuelas fueron sometidas a intensas presiones por los conflictos políticos, que en ocasiones tuvieron que terminar clausurando por varios meses o años.
La participación de los maestros en este movimiento también fue muy diversa, algunos fueron víctimas de la política y padecieron desde el retraso temporal o indefinido de sus sueldos hasta el cese por haber colaborado con el enemigo, otros participaron al lado de algunos grupos revolucionarios como: ideólogos, escribanos, secretarios y consejeros de los jefes, organizadores y dirigentes de campesinos y obreros.
Muchos maestros llegaron al D.F. en busca de mejores horizontes profesionales para ponerse a salvo de los conflictos y la violencia que se desataba en sus lugares de origen o siguiendo a los jefes revolucionarios que ocuparon la ciudad de México en cada una de las etapas de la Revolución.
Las escuelas normales, al igual que el conjunto del sistema escolar trasmitieron y reprodujeron los valores del orden; por otro lado, fueron transmisores de los valores de cambio. El comportamiento político de los estudiantes y maestros de las normales también fue muy diverso, e incluso a veces contradictorias. Lo cierto es que los maestros en servicio, normalistas o no, fueron transformados por la Revolución.
Desde la infancia, los mexicanos sabemos que los maestros fueron a la Revolución, no hubo estado o grupo revolucionario que no contara en sus filas con más de un maestro.
Una de las mayores dificultades para valorar la magnitud y el sentido de la participación del magisterio en la Revolución es que se trata del grupo profesional más numeroso, con la más extensa distribución geográfica en el país y con una mayor heterogeneidad social, profesional y económica, esa puede ser una gran razón por la cual se pudo contar con la participación significativa de éstos. Por otro lado, también se comenta que los maestros del centro y del sur del país se incorporaron al movimiento hasta después del triunfo de éste, un claro ejemplo de esto es en el Distrito Federal, los maestros gozaban de mayor estabilidad, tanto en el empleo como en el pago de sus sueldos, que el resto de sus compañeros en el país.
Cuando Madero llegó a la presidencia, los maestros del D.F. expusieron al presidente que ellos no asistieron a la Revolución, pero contribuyeron en ella con su desempeño como docentes y, que no fueran castigados, ya que ellos son el factor para lograr el orden y la paz. Cuando Huerta llega al poder, casi todos los maestros del D.F. continuaron en el servicio. Los cambios más radicales en el magisterio de este estado se dieron después de la caída de Huerta.
En realidad, la mayoría de los maestros de la capital de la republica no fueron a la Revolución, por el contrario fue la Revolución la que llegó a la ciudad de México, ocupada sucesivamente por cada uno de los grupos armados que se disputaban el triunfo revolucionario.
La universidad y la normal coincidían en la tarea de formar profesionistas, solo que se diferencian en el tipo de profesionistas que debían formar. Mientras que la normal formaba profesores de educación primaria elemental y superior, la universidad lo hacía para que enseñaran en sus propias escuelas.
Por esa razón los normalistas y los universitarios presentaban pugnas en torno a la educación media. La disputa por la educación media se planteó por primera vez en el seno de la Junta Superior de Instrucción Pública. A veces la disyuntiva era si las normales debían formar parte de las universidades y de los Institutos de Ciencias y Artes de los estados.
Algunas instituciones de educación superior cedieron a las presiones políticas del momento y aceptaron que se integraran las escuelas normales y que el título de profesor de educación primaria fuera equivalente al de los estudios secundarios o preparatorianos.
Cuando buscan afirmar su identidad profesional, los normalistas no quieren que se les confunda con los universitarios.
La Revolución provocó una mayor inestabilidad en las condiciones de trabajo, se aumentó la participación directa de los maestros, directores e inspectores escolares en la integración en la toma de decisiones de los órganos colegiados.
La Revolución igualmente estimuló, directa e indirectamente la formación de asociaciones magisteriales, ya no solo de carácter pedagógico y mutualista sino con fines sindicales y políticos.
Con el transcurso del tiempo se funda el primer sindicato de maestros en el D.F., los congresos pedagógicos recogen demandas profesionales y laborales, y se inician las primeras huelgas magisteriales en Monterrey (1915), D.F. (1915 y 1919) y en Veracruz (1919), de la misma forma se le brindó mayores oportunidades al magisterio para arribar a posiciones políticas que prácticamente tenían vedadas hasta 1910.
 
 

 

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